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La Pandemia y el Sistema Educativo: Un cambio obligatorio y ahora

La invitación a darle continuidad a la práctica pedagógica por parte de los gobiernos en esta época, nos llama a repensar nuevas formas de educar.

Ante la delicada situación de cuarentena que vive el mundo, pareciera que se acelera el cambio cultural de que tantos han hablado durante años. Los que hemos llevado la bandera y hemos sido atacados, hoy llamamos a la reflexión e invitar a darle un nueva mirada a las nuevas prácticas pedagógicas que van más allá de trasladar todo el pensum que utilizábamos en el aula tradicional a la virtualidad.
El fenómeno del coronavirus nos contrasta y hace que nuestra creatividad construya —un abismo— entre la realidad actual y la educación que hemos practicado toda la vida. El sistema educativo, visto como un todo: familias, estudiantes, instituciones, directivos y gobiernos; deben afrontar el reto de planificar mejor los tiempos, contenidos educativos, las habilidades docentes y la responsabilidad en casa.

Educar en tiempos de pandemia

No hace mucho, —todos— hemos sufrido un “frenazo” en nuestras vidas. En primera instancia, pensábamos que eran vacaciones adelantadas, pero el tiempo nos ha dirigido a abrir nuevas y únicas oportunidades en el contexto educativo para descubrir innovadoras alternativas que garanticen la prolongación del proceso — enseñanza aprendizaje—.

¿Pero es el mundo digital por sí mismo la solución?. Pues realmente no, no es suficiente para lograr la transformación e innovación desde las raíces de toda la ecología educativa. El catedrático Albert Sangrà de la Universidad Oberta de Catalunya, en su webinar “Enseñar y Aprender en Línea: Superando la Distancia Social”, nos comenta que, el COVID19 nos está conduciendo a dar respuestas de choque: — no serán las mejores, pero serán las más viables — vamos a tener claroscuros y habrá aspectos complicados de solventar — algunos problemas ya existían antes y una solución de choque no los va a resolver.

El Mundo digital por sí mismo, no es suficiente para el cambio


Es ingenuo pensar que vamos a elimina las desigualdades sociales y educativas que ya existen, por el mero hecho de responder a esta situación de emergencia. También será difícil eliminar la brecha digital, aunque es un momento idóneo para implicar agentes que encuentren soluciones. ¿Pero en qué aspectos hay que cambiar?. La profesora Luciana Alonso de la Universidad del Salvador, en su artículo: “Coronavirus y sistema educativo: la necesidad de acelerar un cambio cultural”, nos ilustra:

  • Nuevos tiempos de aprendizaje: No es la idea que los alumnos aprendan sobre muchas disciplinas y reproduzcan el horario de materias escolares en un aula virtual. El desafío didáctico es poner a disposición de ellos preguntas que sean transversales a cualquier segmentación del conocimiento y les permitan comprender problemas sociales relevantes, invitándolos a navegar en la realidad física y virtual en la que están inmersos, en forma simultánea. Las tecnologías digitales han cambiado la sustancia misma de nuestra concepción de la realidad y la manera de relacionarnos con ella, y lo han hecho con una lógica de hacerlo todo más fácil y agradable. Esto nos ha permitido entender el mundo en forma de redes que amplían nuestra experiencia. La escuela debe capturar esta vivencia del estudiante, para transformar sus prácticas de enseñanza en la concepción del tiempo, al servicio de un aprendizaje profundo.
  • Nuevas decisiones curriculares: las dimensiones de tiempo y currículum se encuentran muy entrelazadas. No se trata de buscar los modos de “cumplir” con el programa de contenidos prescriptos en forma virtual. La pregunta es ¿qué vale la pena enseñar? ¿Qué experiencias educativas queremos crear para los estudiantes? A partir de allí, surge el sentido de interpelar la realidad y provocar en los estudiantes interrogantes que les permita la comprensión de problemas globales relevantes, como puede ser esta crisis sanitaria que el mundo está viviendo. La enseñanza y aprendizaje basado en proyectos y problemas se presenta como una estrategia educativa poderosa en tiempos de pandemia.
  • Nuevos espacios de aprendizaje: partiendo de la base de que todo espacio se convierte en un entorno de aprendizaje, no sólo el aula, hoy, el canal de comunicación es virtual. Esto nos posibilita pensar otras modalidades de interacción, acceso a recursos de trabajo en línea, construidos en diversos lenguajes y relatos audiovisuales, pero principalmente, nuevas propuestas pedagógicas que los desafíen cognitivamente a los estudiantes, motoricen su deseo de aprender y les permita desarrollar el pensamiento crítico, la creatividad y la consciencia ciudadana, entre otras habilidades necesarias en el siglo XXI.
  • Nuevas formas de evaluación: es fundamental pensar también nuevas formas de reconocer los aprendizajes y saberes de los estudiantes, desde la perspectiva de la evaluación. La pandemia nos interpela en nuestro rol de educadores, rápidamente nos enfrenta ante la realidad que no todos los jóvenes deben ser evaluados del mismo modo, es necesaria una evaluación auténtica que otorga mayor participación de los estudiantes en su proceso de aprendizaje, favoreciendo su autonomía y meta cognición. Se apunta a la evaluación de aprendizajes contextualizados, no interesa tanto la acumulación de conocimientos repetitivos sino a valorar aquello que el estudiante saber hacer, crear, construir o argumentar a partir de esos conocimientos y permite diferenciar la evaluación de la calificación, rompiendo ese vínculo de asociación que todavía perdura en las prácticas de enseñanza tradicionales.
  • Estudiantes digitales y el derecho a una escuela inclusiva: la escuela tiene la oportunidad de recrear las prácticas pedagógicas en la virtualidad, pero no sólo para dar respuesta educativa en tiempos de pandemia, sino para comprender por qué deben ser transformadas. Para ello es necesario visualizar quiénes son nuestros estudiantes hoy, reconocerlos como sujetos de aprendizaje inmersos en una cultura digital, que producen conocimiento en nuevos formatos de expresión, alejados de un aprendizaje reproductivo y tradicional. Es importante identificar la diversidad social y cultural de nuestros estudiantes porque nos permite pensar una enseñanza heterogénea que garantice una educación inclusiva.
  • Aprender y enseñar en red: en estas semanas de cuarentena comienzan a visualizarse prácticas de enseñanza donde sucede la experimentación, la creación y el aprendizaje colaborativo. Los dispositivos de intercambio entre docentes, posibilitan el diseño de prácticas pedagógicas que transforman los modos de ser escuela, en un contexto inédito. Hay comunidades que se sostienen y nutren de marcos teóricos y prácticos, construidos colectivamente en red; y comparten sus aprendizajes con un universo educativo más amplio.

No hay distancia más larga que la falta de interés

Anónimo

Para finalizar, vamos a demostrar que vamos a superar este distanciamiento social a partir de nuestro interés, en superar este reto que se nos plantea.